Body and Soul

obra del artista contemporáneo Sarawut Khunpiluek


    Mi abuelo murió hace ya seis meses pero aún así esperaba encontrarlo sentado en su butaca viendo Law and Order como había hecho todos los días los últimos diez años de su vida. El ambiente de la casa de mis abuelos ha cambiado considerablemente desde su muerte, el veinticinco de diciembre. (Él siempre odió la época navideña convencido de que el intercambio de regalos no ha de ser obligatorio, y no fue sorpresa para nadie que partiera el mismo día de Navidad.)

Tengo pocos recuerdos de mi abuelo (le decíamos Popo, por alguna razón) ya que en sus últimos años desarrolló un impedimento en el habla y tuvo en general muchos problemas musculares que limitaban el movimimento corporal. En realidad Popo comenzó a morir hace tiempo, y el proceso fue tan lento y agonizante que cuando finalmente falleció fue un alivio para él. Yo por mi parte no quisiera morir después de que muera mi alma. Si sucede así el alma no perdura; por otra parte, cuando muere el cuerpo antes que el alma, se conserva la esencia de ésta, o sea, sigue existiendo en el mundo. El alma de mi abuelo se perdió mucho antes de que muriera su cuerpo. Todo lo que es dignidad, empatía y amabilidad desapareció con él hace mucho mucho tiempo. 

Mi abuela en cambio es todo lo contrario. Lala (apodo que le di de pequeña y así se quedó en la familia) es una mujer de noventa y dos años, pero que ha mantenido su alma. Es de las personas que sale todas las mañanas a darles de comer a los pájaros, de las que se pasa el día regando las flores y atendiendo el jardín, de las que aún se pinta los labios de rojo y se tiñe el pelo. Lala se escapa por lo menos una vez al mes para escuchar la sinfonía de Boston o ir a la ópera de New York; se levanta temprano para tomar el tren de las ocho y no vuelve a casa a veces hasta la medianoche. 

Lala perdió mucha libertad cuando nacieron mis tíos ya que ambos padecen del síndrome Laurence-Moon, lo cual, entre otros, implica síntomas de ceguera y retraso mental. Aún así nunca perdió su aspecto jovial, y se lo toma todo poquito a poquito, como me dijo muchos años atrás. Es muy divertido estar con ella; cada vez que la vemos hacemos un brunch de mujeres exclusivamente (o sea, ella, mi hermana y yo). Las conversaciones siempre abarcan temas variados; que si según ella, el rap no es música, que si los estudios y las amistades, que si los nuevos desarrollos tecnológicos, y así. Incluso esta vez preguntó por nuestras vidas amorosas, lo cual nos dio mucha gracia a mi hermana y a mí ya que no tuvimos mucho que decir al respecto teniendo en cuenta la situación actual, a diferencia de ella, quien tuvo muchas anécdotas escandalosas que comentamos mientras tomábamos café. 

Mi abuela no comparte la opinión sobre la vida y la muerte que tenía mi abuelo. Mientras él esperaba ansiosamente el día de su muerte, ella evita el tema de conversación con la esperanza de que, si ignora la eminente realidad, el futuro será distinto. Tiene una alegría inesperada hacia la vida, lo cual me sorprende (tristemente), teniendo en cuenta las vicisitudes a las que ha tenido que enfrentarse con sus dos hijos discapacitados y más adelante un marido enfermo. La depresión de Popo, por otro lado, era de esperar. 

Es triste decirlo, pero la muerte de mi abuelo ha mejorado todo sobre Lala, a pesar de haberse entregado en cuerpo y alma hasta que la muerte se lo llevó. Ahora mi abuela tiene más tiempo para reírse, para demorarse en la cocina escuchando las piezas de Mozart y de Bach que tanto le gustan, para hablar por teléfono con alguna amiga. Pero sigue siendo la persona más ocupada del mundo; el no hacer nada es, para ella, síntoma de la vejez y de la muerte. 




Imagen de Sarawut Khunpiluek

Comments

  1. whoa! love the last line - Ahora mi abuela tiene más tiempo para reírse, para demorarse en la cocina escuchando las piezas de Mozart y de Bach que tanto le gustan, para hablar por teléfono con alguna amiga. Pero sigue siendo la persona más ocupada del mundo; el no hacer nada es, para ella, síntoma de la vejez y de la muerte.

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